Recuerda la clase de
sentimiento que experimentas cuando alguien te elogia, cuando te ves aprobado,
aceptado, aplaudido… y compáralo con el sentimiento que brota en tu interior cuando
contemplas la salida o puesta del sol, o la naturaleza en general, o cuando
lees un libro o ves una película que te gustan de verdad.
Trata de revivir este último sentimiento y compáralo
con el primero, el producido por el hecho de ser elogiado. Comprende que este
primer tipo de sentimiento proviene de tu propia ‘glorificación’ y ‘promoción’
y es un sentimiento mundano, superficial, surgido y alimentado por el ego,
mientras que el segundo proviene de tu propia realización y es un sentimiento
anímico, surgido del corazón.
Veamos otro ejemplo de contraste: recuerda la clase
de sentimiento que experimentas cuando obtienes algún éxito, cuando consigues
algo que anhelabas, cuando llegas “arriba”, cuando vences en alguna partida o
juego, en una apuesta o en una discusión. Y compáralo con el sentimiento que te
invade cuando disfrutas realmente con tu trabajo, cuando de verdad te absorbe
por completo la tarea que desempeñas. Y observa, una vez más, la diferencia
cualitativa que existe entre ese sentimiento mundano y el sentimiento anímico.
Y todavía otro contraste más: recuerda lo que sentías
cuando tenías poder, cuando tu eras el jefe y la gente te respetaba y acataba
tus órdenes, o cuando eras una persona popular y admirada. Y compara ese
sentimiento mundano con el sentimiento de intimidad y compañerismo que has
experimentado cuando has disfrutado a tope de la compañía de un amigo/a, o de
un grupo de amigos con los que te has reído y divertido de verdad.
Una vez hecho lo anterior, trata de comprender la
verdadera naturaleza de los sentimientos mundanos, es decir, los sentimientos
de autobombo y vanagloria, que no son naturales, sino que han sido inventados
por tu sociedad y tu cultura para hacer que seas productivo y así poder
controlarte. Incluso surgen diversas terapias de llamado crecimiento personal
que dictan pautas de conducta al respecto. Dichos sentimientos no proporcionan
el sustento y la felicidad que se producen cuando contemplas la naturaleza o
disfrutas de la compañía de un amigo o de tu propio trabajo, sino que han sido
ideados para producir y alimentar ilusiones vanas, emociones efímeras … y
vacías.
Trata luego de verte a ti mismo en el transcurso de
un día o de una semana y piensa cuántas de las acciones que has realizado y de
las actividades en que te has ocupado han estado libres del deseo de sentir
esas emociones e ilusiones que únicamente producen vacío, del deseo de obtener
la atención y la aprobación de los demás, la fama, la popularidad, el éxito o
el poder.
Fíjate ahora en las personas que te rodean. ¿Hay
entre ellas alguna que no se interese por esos sentimientos superficiales?...
¿Hay una sola que no esté dominada por dichos sentimientos, que no los ansíe, y
que no emplee, consciente o inconscientemente, cada minuto de su vida en
buscarlos?
Cuando consigas ver esto, comprenderás cómo la gente
trata de ganar el mundo y cómo, al hacerlo, pierde de alguna forma su vida. Y
es que viven unas vidas vacías, monótonas, sin alma ni corazón…
Propongo a tu reflexión la siguiente parábola de la
vida: un autobús cargado de turistas atraviesa una hermosísima región llena de
lagos, montañas, ríos y praderas. Pero las cortinas del autobús están echadas,
y los turistas, que no tienen la menor idea de lo que hay al otro lado de las
ventanillas, se pasan el viaje discutiendo sobre quien debe ocupar el mejor
asiento del autobús, a quién hay que aplaudir, quién es más digno de admiración
y consideración… y así siguen hasta el final del viaje.
¿Y tu?... ¿Quieres viajar también en este autobús, o
deseas bajarte cuanto antes de él y tomar otro con las ventanillas bien abiertas?...