Lamentablemente, hoy en día, la mayoría de gente
que acude a una escuela a aprender Artes Marciales, lo hace sin tener muy claro
qué buscan, y que quieren conseguir a través de ello. Ni siquiera se plantean
si el Arte Marcial elegido, realmente les sirve para los propósitos que creen
tener. Es relativamente fácil mantener la ilusión durante algún tiempo, en algo
que en apariencia nos atrae por sus expresiones o manifestaciones externas. O
que nos hace creer en algo que no es verdad, y que, con tal de no reconocer
nuestro error o fracaso, cerramos los ojos para no verlo. Nos identificamos con
ello, con el objeto de no ver la cruda y a veces, desagradable realidad. Ni
siquiera nos paramos a reflexionar, si el estilo que practicamos, aparte de
sernos útil para la vida cotidiana, lo practicamos de verdad correctamente y en
todas las facetas que le son inherentes. Porque es lamentable encontrarse con
alumnos, que tras años de prácticas, aún se ponen nerviosos, o se quedan
bloqueados, con la mente en blanco, o discuten tus decisiones, o bien
desprecian tus consejos. Es una pena ver alumnos así, que piensan que lo saben
ya todo, y que la filosofía y el entrenamiento duro, extremo e interior, está
desfasado y es inútil. Lo penoso, no es ya que existan este tipo de alumnos,
porque podría muy bien ser una opción de vida, pero lo malo es que se
convierten en Instructores que pretenden enseñarle el mismo estilo que ellos no
conocen en profundidad, a terceros.
¿Qué sucedería a
una persona así, que tras años de prácticas, pierde el control de si mismo ante
una simple demostración pública de su arte, si la cosa fuese en serio y
estuviese en juego su vida? .... ¿qué capacidad de supervivencia tendría un
alumno que es incapaz de forjar su espíritu, de expresar su Kung-fu en un
simple examen?... ¿Y qué puedo esperar de un alumno, que cuando se le requiere
para que haga algo, una demostración, o que muestre lo que sabe hacer, pone
toda clase de pegas y excusas, o te dice llanamente que no? Ese alumno no se da
cuenta que está representando a su Maestro y a su estilo. ¿No se da cuenta que
avergüenza a su escuela y su Maestro?...Y luego, por las circunstancias que
sean, que en muchas ocasiones suelen ser banales, dejan la práctica, suelen
buscar toda clase de excusas para justificar su fracaso. Todo vale, excepto
reconocer nuestro error, o nuestra incapacidad para el Kung-fu. Lo que en realidad
significa nuestra incapacidad para conseguir algo con esfuerzo, con tesón y
voluntad. Aquí entran en juego la importancia de los valores. O los tienes o no
los tienes…
Y todo esto es
aplicable a la vida real; a los estudios, al trabajo, a las relaciones
sociales, a la vida de pareja, etc. Analiza con seriedad esto que digo, y verás
como llegas a la conclusión de que, en el fondo, todo es lo mismo: todo
funciona bajo las mismas pautas de conducta y su comprensión. Entonces cobra un
profundo sentido toda la filosofía inherente al Kung-fu Shaolin. Porque
estaremos hablando de equilibrio (interior), de reacciones (sentimentales), de
fuerza (de voluntad), de instinto (de supervivencia), de paciencia, de
tolerancia, de flexibilidad (de pensamiento), de reflejos, de control (de
emociones), etc.