Hablar hoy en día de disciplina, es casi como
hablar de algo anacrónico, algo perteneciente a otras épocas u otros países de órbita
denominada comunista…
Esta acepción,
la palabra disciplina, tiene grandes connotaciones psicológicas y sociales y
por desgracia se viene asociando últimamente a emociones o actitudes negativas.
Podemos hablar
de varias maneras de entender o interpretar el sentido de esta palabra, pero en
el fondo, todo es lo mismo; Se reduce a la capacidad que tiene –o debería
tener- el ser humano para adquirir unas normas y pautas ordenadas que le
permitan evolucionar a través de la vida.
Disciplina
se requiere en el trabajo, pues va asociada al concepto de constancia, método,
esfuerzo y control. Nuestra sociedad en cambio nos machaca insistentemente en tratar
de conseguir cosas sin esfuerzo – aprenda inglés en 3 días sin esfuerzo…
reduzca 12 kg
de peso en dos días sin esfuerzo… aprenda a nadar sin esfuerzo… etc. Toda parece
que haya que obtenerse sin hacer grandes esfuerzos. Ya ni con el mínimo esfuerzo…
En las
clases y entrenamientos de Kung-fu de nuestra escuela, los actuales
practicantes tienen el sentido de la disciplina algo 'relajado'. Son débiles de
mente y cualquier esfuerzo físico les supone un escollo duro de superar, por lo
que muchos desisten y dejan la práctica. Quieren conseguir resultados, pero sin
esforzarse mucho… Y si les fuerzas un poco, se sienten casi humillados, golpeados en su orgullo (ego), pero muy lejos de reconocer que están fracasando en sus propios proyectos, y no precisamente por causas ajenas.
Pero toda
cosa que consigamos sin esfuerzo, no nos aportará absolutamente nada de
enseñanza, estará vacío de valor intrínseco, es decir, no aprenderemos a
valorarlo en su justa medida. Por lo tanto, no nos aporta nada. De esta manera
le adjudicamos un valor exagerado a todo lo material, a todo lo que se puede comprar con dinero, un valor que no se
sostiene durante mucho tiempo. El justo hasta que encontremos otro objeto con
el que sustituir al anterior (que ya no tiene valor, porque en realidad no lo
tuvo nunca porque no aprendimos a valorarlo)...
Disciplina
significa adquirir con el trabajo continuado y el control de nuestras
emociones, valores en la vida. Significa conseguir cierto equilibrio entre lo
que deseamos y lo que conseguimos.
Un niño
indisciplinado, al que se le consienten todos los caprichos y hace lo que le
viene en gana, se convierte de adulto en una persona débil, vulnerable a los
vaivenes de la vida. Dejarle hacer lo que quiera, para no traumatizarle, es
desposeerle de los mecanismos de aceptación de cierto grado de frustración. Lo contrario es la poca o nula tolerancia a la frustración. La sobre protección
en la que en nuestro país hemos encumbrado -hundido- a los menores, no les ha hecho ningún
favor en realidad. Ha ido creando pequeños monstruos y tiranos que ahora no
sabemos controlar. Ahora queremos poner parches y achacar a otros factores las
causas de este fracaso social. La ley actual sanciona gravemente a los padres
que aplican castigos a sus hijos, incluso llevándoles a prisión en casos
determinados. Se les ha quitado la potestad real de educar a sus hijos, porque
esa educación implica una disciplina.
Para educar,
es necesaria la disciplina, sin duda alguna. Sin orden ni alguien que ejerza de
guía, el caos se instala en cualquier ámbito de la enseñanza y de la familia y
no hay progreso, solo fracaso. Sobretodo en el ámbito familiar las cosas se han
desdibujado notablemente. Se ha dejado la obligación de educar en un segundo término,
convirtiendo conductas emocionales, en el fondo negativas, en algo post-moderno y de
vanguardia (como que los padres son amigos o colegas de los hijos, de que una ‘colleja’
es maltrato infantil y tonterías similares), muchas veces por miedo a las hipotéticas
consecuencias legales, o por simple dejadez de su función de padres. Unas funciones
que pretendemos delegar en los maestros, en la escuela o en la misma sociedad. ¿Qué
clase de sociedad pretendemos construir con ideas y actitudes así?
Disciplina
en el trabajo, con los compañeros, en los estudios de la escuela, en las
relaciones laborales, en las relaciones familiares y sobretodo, la más
importante: la disciplina con uno mismo. Y esto hay que aprenderlo ya desde
pequeño*, porque de lo contrario –y los hechos cotidianos así lo señalan-
tendremos una sociedad cada vez más insolidaria, caótica, dependiente de los
demás y débil, incapaz de afrontar y superar los problemas con cierto grado de éxito
y satisfacción.
*(porque, como decía mi amigo y Maestro de Kung-fu Gonzálo Pintor: "El pincho, desde chico pincha"...)
Y quizás
no venga al caso –que creo que si- pero toda esta dejadez de funciones, de
falta de disciplina en todos los ámbitos, de mirar hacia otro lado y de
adormecernos en la perdida de valores, ha propiciado el que tengamos esta grave lacra
de corrupción en nuestro país. Ha conseguido que se instale en nuestro sistema
social un cáncer que ha corroído muchos aspectos de la vida política y social,
donde unos pocos lobos carroñeros –demasiados para mi gusto- se han forrado descaradamente
a costa de los muchos otros ‘borreguitos’ de la clase media que, cómodamente
asentados sobre sus ficticios valores lo han permitido.
¡A ver
si despertamos ya de una puñetera vez!... (y perdón por la expresión).
No hay comentarios:
Publicar un comentario