sábado, 2 de marzo de 2013

Disciplina...


Hablar hoy en día de disciplina, es casi como hablar de algo anacrónico, algo perteneciente a otras épocas u otros países de órbita denominada comunista…
      Esta acepción, la palabra disciplina, tiene grandes connotaciones psicológicas y sociales y por desgracia se viene asociando últimamente a emociones o actitudes negativas.

      Podemos hablar de varias maneras de entender o interpretar el sentido de esta palabra, pero en el fondo, todo es lo mismo; Se reduce a la capacidad que tiene –o debería tener- el ser humano para adquirir unas normas y pautas ordenadas que le permitan evolucionar a través de la vida.


      Disciplina se requiere en el trabajo, pues va asociada al concepto de constancia, método, esfuerzo y control. Nuestra sociedad en cambio nos machaca insistentemente en tratar de conseguir cosas sin esfuerzo – aprenda inglés en 3 días sin esfuerzo… reduzca 12 kg de peso en dos días sin esfuerzo… aprenda a nadar sin esfuerzo… etc. Toda parece que haya que obtenerse sin hacer grandes esfuerzos. Ya ni con el mínimo esfuerzo…

      En las clases y entrenamientos de Kung-fu de nuestra escuela, los actuales practicantes tienen el sentido de la disciplina algo 'relajado'. Son débiles de mente y cualquier esfuerzo físico les supone un escollo duro de superar, por lo que muchos desisten y dejan la práctica. Quieren conseguir resultados, pero sin esforzarse mucho… Y si les fuerzas un poco, se sienten casi humillados, golpeados en su orgullo (ego), pero muy lejos de reconocer que están fracasando en sus propios proyectos, y no precisamente por causas ajenas.

      Pero toda cosa que consigamos sin esfuerzo, no nos aportará absolutamente nada de enseñanza, estará vacío de valor intrínseco, es decir, no aprenderemos a valorarlo en su justa medida. Por lo tanto, no nos aporta nada. De esta manera le adjudicamos un valor exagerado a todo lo material, a todo lo que se puede comprar con dinero, un valor que no se sostiene durante mucho tiempo. El justo hasta que encontremos otro objeto con el que sustituir al anterior (que ya no tiene valor, porque en realidad no lo tuvo nunca porque no aprendimos a valorarlo)...

      Disciplina significa adquirir con el trabajo continuado y el control de nuestras emociones, valores en la vida. Significa conseguir cierto equilibrio entre lo que deseamos y lo que conseguimos.

      Un niño indisciplinado, al que se le consienten todos los caprichos y hace lo que le viene en gana, se convierte de adulto en una persona débil, vulnerable a los vaivenes de la vida. Dejarle hacer lo que quiera, para no traumatizarle, es desposeerle de los mecanismos de aceptación de cierto grado de frustración. Lo contrario es la poca o nula tolerancia a la frustración. La sobre protección en la que en nuestro país hemos encumbrado -hundido- a los menores, no les ha hecho ningún favor en realidad. Ha ido creando pequeños monstruos y tiranos que ahora no sabemos controlar. Ahora queremos poner parches y achacar a otros factores las causas de este fracaso social. La ley actual sanciona gravemente a los padres que aplican castigos a sus hijos, incluso llevándoles a prisión en casos determinados. Se les ha quitado la potestad real de educar a sus hijos, porque esa educación implica una disciplina.

      Para educar, es necesaria la disciplina, sin duda alguna. Sin orden ni alguien que ejerza de guía, el caos se instala en cualquier ámbito de la enseñanza y de la familia y no hay progreso, solo fracaso. Sobretodo en el ámbito familiar las cosas se han desdibujado notablemente. Se ha dejado la obligación de educar en un segundo término, convirtiendo conductas emocionales, en el fondo negativas, en algo post-moderno y de vanguardia (como que los padres son amigos o colegas de los hijos, de que una ‘colleja’ es maltrato infantil y tonterías similares), muchas veces por miedo a las hipotéticas consecuencias legales, o por simple dejadez de su función de padres. Unas funciones que pretendemos delegar en los maestros, en la escuela o en la misma sociedad. ¿Qué clase de sociedad pretendemos construir con ideas y actitudes así?

      Disciplina en el trabajo, con los compañeros, en los estudios de la escuela, en las relaciones laborales, en las relaciones familiares y sobretodo, la más importante: la disciplina con uno mismo. Y esto hay que aprenderlo ya desde pequeño*, porque de lo contrario –y los hechos cotidianos así lo señalan- tendremos una sociedad cada vez más insolidaria, caótica, dependiente de los demás y débil, incapaz de afrontar y superar los problemas con cierto grado de éxito y satisfacción. 
        *(porque, como decía mi amigo y Maestro de Kung-fu Gonzálo Pintor: "El pincho, desde chico pincha"...)


      Y quizás no venga al caso –que creo que si- pero toda esta dejadez de funciones, de falta de disciplina en todos los ámbitos, de mirar hacia otro lado y de adormecernos en la perdida de valores, ha propiciado el que tengamos esta grave lacra de corrupción en nuestro país. Ha conseguido que se instale en nuestro sistema social un cáncer que ha corroído muchos aspectos de la vida política y social, donde unos pocos lobos carroñeros –demasiados para mi gusto- se han forrado descaradamente a costa de los muchos otros ‘borreguitos’ de la clase media que, cómodamente asentados sobre sus ficticios valores lo han permitido.

      ¡A ver si despertamos ya de una puñetera vez!... (y perdón por la expresión).


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