martes, 9 de abril de 2013

Programa de radio



Este texto que os dejo más abajo, es una transcripción de uno de los programas de radio que solía hacer en la emisora de Radio Estepona, un programa semanal de una hora de duración y que se llamaba "El espejo del alma"...

"Cuentos chinos"

Muy buenas noches queridos amigos escuchantes…
          Cada noche que nos reunimos de alguna manera en este espacio intermedio entre el lugar en que tu te encuentras y donde estoy yo, siento que se produce una profunda conexión. Lo hermoso de esto, es que aun desconociendo todo de ti, que me estás escuchando a ese otro lado, te siento como algo real. Y en esa sensación y emoción que nace siempre desde mi corazón, me siento aquí, delante de este micrófono, para compartir cosas contigo.
        Y esto me trae al recuerdo ciertos momentos compartidos con mi viejo maestro, allá perdidos en lo alto de una montaña de China. Momentos que quedaron grabados en la memoria, en cada poro de mi piel y en cada átomo de mi ser. Recuerdo con alegría esos momentos que me permitieron una vez más comunicarme con mi ser interior; recuperar respuestas a mis eternas preguntas, durante las largas sesiones de meditación. Respuestas que acudían a mí, desde no sé donde… y que de alguna manera eran empujadas a la luz de mi comprensión por comentarios de mis maestros. Estos comentarios, independientemente de la dificultad añadida del idioma chino, siempre ofrecían enseñanzas profundas, donde cada coma, cada silencio entre palabras tenía un significado revelador.
       Mi maestro me repetía, mientras se reía a carcajadas; “eso es porque tienes un buen receptor de radio…”
      Las enseñanzas eran transmitidas casi siempre en forma de cuentos y leyendas; en pequeñas parábolas budistas que señalaban una verdad escondida entre sus palabras. Verdades y enseñanzas que estaban precisamente en esos espacios vacíos entre las palabras, por lo que en realidad, nunca eran expresadas, sino que brotaban en tu propia mente como lo hace la fresca hierba en una pradera.
         Y es eso precisamente lo que ocurre en la comunicación que existe entre tu y yo, en este preciso instante. No son mis palabras las que hacen crecer las flores de tu entendimiento, sino los silencios que hay entre ellas, las que te permiten reflexionar, hacer tuyo mi pensamiento, analizarlo, estudiarlo, aceptarlo o no, pero hacerlo tuyo en definitiva. Es así como entiendo esta comunicación, como entiendo este programa que digo que es tuyo también. Por eso, y sin falsa modestia, creo que es enriquecedor y conduce a algo profundo y verdadero, muy alejado de la superficialidad de lo cotidiano.
          Así pues ‘sintoniza’ tu receptor del corazón… y trata de escuchar... lo que no te digo… lo que hay detrás de cada palabra, de cada silencio,… de cada emoción, de cada cuento, fábula o parábola. Al final, te parecerá que lo que has escuchado te es muy familiar, como que lo habías escuchado antes… claro que si… ya estaba en tu corazón, solo que lo has visto y oído reflejado aquí, en el espejo del alma, que es tu programa… bienvenidos todos… al camino del corazón a través de los cuentos budistas…

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