martes, 25 de febrero de 2014

¿Compasión?

     Mientras estoy tranquilamente sentado en la pequeña terraza de una cafetería, esperando a que el ciclo de la lavadora termine de realizar su trabajo en la lavandería y me tomo una infusión, de pronto mi atención se desvía y centra en una conversación que se produce en la mesa de al lado. Hay una pareja de mediana edad con su hijo, de apenas unos 12 años que están manteniendo una acalorada conversación. Hasta ahí, nada fuera de lo normal, pero me llama poderosamente la atención el contenido de la conversación, en la que entre los tres están criticando ferozmente a una cuarta persona.
     Presto un poco más de atención a las formas y contenido de la charla entre los tres, y escucho cómo se vierten críticas muy duras sobre la persona en cuestión, que para más escarnio, era una supuesta amiga.

     Esta situación, por desgracia se repite cotidianamente en todos los ámbitos. Solemos dejarnos llevar por nuestros pensamientos más bajos y las consecuentes emociones que surgen de ellos. Parece ser que nos gusta verter toda clase de basura sobre los demás; Nos divierte sacar lo peor de otros, señalando lo que - supuestamente - hacen mal, repitiendo como loros sus defectos y alegrándonos incluso de sus fracasos. Un muy buen amigo mío -Javi - ya me dijo una vez: "La condición humana hace que muchos se alegren de las desgracias ajenas".

      Y esto es así, y tiene poca pinta de que vaya a cambiar...

     ¿Porque esa manera tan voraz de desdibujar las vidas ajenas?... ¿Porqué nuestro ego se siente más poderoso ante las desdichas de los demás?... ¿Tan complicado resulta reflexionar y darse cuenta de que todo lo que hacemos no es más que interpretar la realidad ajena, que nos es desconocida muchas veces, por estar despojada de la experiencia directa de la situación? Hablar mal de los demás, es casi un deporte nacional en este país. Algo de lo que no podemos sentirnos precisamente orgullosos

     ¿No sería mucho más fácil y beneficioso, intentar ser conscientes de lo que hacemos y decimos?... Hacernos nuestro propio análisis y crítica y ver en que fallamos nosotros o en que podemos colaborar para mejorar una situación. Aportar soluciones en vez de quejarnos de todo.
      Tratar de ver la parte positiva de toda situación o persona seguro que aportaría un pequeño granito de arena a pacificar un poco este mundo convulso.

        Tratemos de ser más coherentes, más sinceros con nosotros mismos primero y luego con los demás. La práctica budista está llena de sugerencias para aprender a ser más conscientes, en el presente, en la realidad. Y esto está estrechamente ligado a la ética, a la compasión por los demás, al sublime ideal de tratar de crecer y ser mejor persona. En beneficio propio y en el de los demás.

NO DIGAS PALABRAS HIRIENTES CUANDO ESTAS DE MAL HUMOR.
TENDRÁS MUCHAS OPORTUNIDADES PARA CAMBIAR TU ESTADO DE ÁNIMO,
PERO NUNCA TENDRÁS LA OPORTUNIDAD DE RECTIFICAR LAS PALABRAS QUE DIJISTE.

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