jueves, 7 de abril de 2016

Cómo tratar con el miedo

Según el budismo, existe un miedo impropio y un miedo apropiado.

Por ejemplo, cuando tenemos miedo a algo que no puede perjudicarnos, como una araña, o que no podemos evitar, como el envejecimiento, las enfermedades o tener un accidente, nuestro miedo es impropio, puesto que sólo sirve para deprimirnos y paralizarnos.

Por el contrario, cuando alguien abandona el tabaco porque tiene miedo de contraer cáncer de pulmón, este miedo es apropiado porque está basado en un peligro real y se pueden tomar medidas para evitarlo.

Por lo general, tenemos innumerables miedos: miedo al terrorismo, a la muerte, a separarnos de nuestros seres queridos, al compromiso, al fracaso, al rechazo, a perder nuestro trabajo, etcétera. La lista sería interminable.

La mayoría de nuestros miedos tienen su raíz en lo que Buda llama engaños, es decir, maneras distorsionadas de percibirnos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea. Si aprendemos a controlar nuestra mente y a reducir y finalmente eliminar estos engaños, acabaremos con el origen de todos nuestros miedos, tanto impropios como apropiados.

Sin embargo, de momento necesitamos el miedo apropiado que surge de tomar consciencia de nuestra situación para poder cambiarla. Por ejemplo, no tiene sentido asustar a un fumador con que va a morir de cáncer de pulmón a menos que haya algo que pueda hacer al respecto, en este caso, dejar de fumar.

Si un fumador tiene suficiente miedo a morir de cáncer de pulmón, tomará las medidas necesarias para abandonar el tabaco. Sin embargo, si prefiere ignorar este riesgo, continuará creando las causas para sufrir en el futuro, negará el problema y no tendrá control.

Al igual que un fumador está expuesto a contraer un cáncer de pulmón debido al tabaco, nosotros también estamos expuestos al dolor, al envejecimiento, a las enfermedades y a la muerte debido a que estamos atrapados en el samsara, que no es más que el reflejo de nuestra propia mente incontrolada.

Estamos expuestos al dolor físico y mental que surge de una mente perturbada por los engaños del odio, el apego y la ignorancia. Podemos elegir negarlo y, por lo tanto, carecer de control, o podemos reconocer el peligro y buscar una manera de evitarlo eliminando las verdaderas causas del miedo (el equivalente al tabaco): los engaños y las acciones perjudiciales motivadas por ellos. De este modo, tendremos control y no habrá motivos para tener miedo.

Por lo tanto, un miedo moderado a nuestros engaños y al sufrimiento que producen es apropiado porque sirve para animarnos a realizar acciones virtuosas y evitar el verdadero peligro. En realidad, sólo necesitamos el miedo como impulso hasta que hayamos eliminado las causas de nuestra vulnerabilidad encontrando un refugio espiritual y adiestrando nuestra mente de manera gradual.
Después, dejaremos de tener miedo porque ya no habrá nada que pueda perjudicarnos, como le ocurre a un Destructor del Enemigo (aquel que ha alcanzado la liberación y ha derrotado al enemigo de los engaños) o a un Buda (un ser completamente iluminado).

Todas las enseñanzas de Buda son métodos para superar los engaños, el origen de todos los miedos.

Clases de miedo

Existen dos clases de miedo: el impropio y el apropiado. También se puede dividir en miedo a lo inevitable y a lo evitable.

La clave para tratar con el miedo es analizar qué clase de miedo tenemos y transformar los miedos impropios a lo que no podemos cambiar en miedos apropiados a lo que sí podemos cambiar. Entonces, debemos utilizar estos últimos como motivación para refugiarnos en las Tres Joyas y evitar las dificultades, e incluso finalmente lo que en este momento parece inevitable, como las enfermedades, el envejecimiento y la muerte.

Es necesario que nos preguntemos a qué tenemos miedo. Por ejemplo, ¿tenemos miedo a ponernos enfermos? Puesto que en la actualidad no podemos elegir nuestro estado de salud, este miedo no es constructivo. Sería más apropiado tener miedo al renacimiento contaminado y a los cuatro ríos del nacimiento, el envejecimiento, las enfermedades y la muerte, causados por los engaños.

Este miedo es constructivo y se llama renuncia, el deseo de escapar para siempre de los sufrimientos del samsara, incluidas las enfermedades. Con esta motivación es posible conseguirlo.

También es posible que tengamos miedo a la muerte. De nuevo, puesto que esta es inevitable, este miedo no es constructivo y nos conducirá a actitudes erróneas, como negar su existencia o tener la sensación de que nuestra vida carece de sentido.

Sin embargo, aunque vayamos a morir, no tenemos por qué hacerlo con una mente incontrolada. Por lo tanto, es mejor transformar nuestro miedo a morir en miedo a hacerlo con una mente incontrolada, puesto que de este modo podremos prepararnos para una muerte apacible.

O quizá tengamos miedo al rechazo. De nuevo, ¿de dónde procede en realidad este miedo? Probablemente se trata de miedo a no agradar a los demás. ¿Qué podemos hacer al respecto? Podemos cambiar nuestra manera de pensar y estimarlos. Esto está dentro de nuestras posibilidades.

Nuestro miedo al compromiso o a quedar atrapados sin poder dar marcha atrás también se puede transformar en temor constructivo reconociendo que lo que en realidad nos atrapa es nuestra propia mente.

El miedo apropiado surge al reconocer que todavía no nos hemos comprometido a escapar del samsara y nos anima a tomar la determinación de hacerlo.


En resumen, no podemos controlar el devenir de los acontecimientos, pero podemos aprender a controlar nuestra mente, actitud y conducta, y de este modo liberarnos de manera gradual de todos los miedos. 

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