lunes, 6 de mayo de 2013

Animales


En muchas ocasiones, me he quedado absorto en la observación de los animales, -en mi caso dos perras y algunos gatos-, que me han hecho reflexionar profundamente sobre  nuestra condición humana.

No puedo dejar de encontrar muchos paralelismos entre ellos y nosotros y, francamente, muchas veces salen ganando ellos. Lo mismo sucede cuando observo a mis congéneres - incluido a mi mismo- y veo la decadencia que padecemos por nuestra incoherencia y falta de conciencia. El más absoluto desorden parece reinar en nuestras mentes y acciones y eso se traduce en una sociedad igualmente desordenada, donde para que las cosas puedan medianamente funcionar, hemos de crear constantemente normas y leyes que nos regulen desde 'fuera', porque ya somos incapaces de hacerlo por nosotros mismos.

La pérdida progresiva de valores se ha agudizado hasta extremos inimaginables hace unos años atrás, debido -entre otras causas- a la voraz tecnología que, lo entendamos o no, no hemos sabido encajar adecuadamente en nuestras emociones y valores. Estos se han ido quedando atrás, y hemos sido incapaces de adaptarnos a esos cambios provenientes desde la más avanzada tecnología. Y lo hemos hecho desde la inconsciencia, desde la estupidez de querer justificarlo todo en aras de un avance o unos logros de la humanidad que, permitirme discrepar, creo que en realidad nos restan valores y nos alejan de cualquier atisbo de felicidad que pretendamos alcanzar.

Nos hemos olvidado de la sencillez, de los valores intrínsecos de la humildad, de la cultura del esfuerzo, de la solidaridad de corazón, de conceptos tan profundos y no menos necesarios como la coherencia, la racionalidad, el respeto, el compromiso, la lealtad sin condiciones y muchas otras cosas intangibles, pero que en el fondo conforman nuestra verdadera naturaleza y que nos son imprescindibles para vivir sanamente.

Y cuando me siento a jugar con mis perritas, las observo y me comunico con ellas, de pronto me siento más humano, y no por mis diferencias de especie, sino porque me permiten ver y sentir esos valores que se suponen casi exclusivos de los seres humanos racionales. Expresan sin condiciones su amor, su lealtad inquebrantable, su alegría por verme -no importa si hace diez minutos o diez meses que no me han visto- y me regalan su vitalidad en todo momento. Quizás sean irracionales, pero eso en ellos casi es una virtud, porque no tienen que pensar si te quieren o no, simplemente lo hacen...

Muchas veces hablamos de animales de compañía, independientemente de cómo usemos el término, pero yo creo que la expresión se queda corta. Para mi, son parte de mi familia, y me aportan esas cosas y valores que creo perdidos en muchos de mis propios congéneres humanos. Un animal, cualquiera de ellos, creo que aporta muchas cosas a nuestra condición humana. Solo hemos de girarnos hacia ellos y observarlos, sin condicionantes y tal y como son. Un perro es un perro, por supuesto, pero si nos quedamos en esa percepción puramente racional del mismo, despojándolo de su verdadera naturaleza, nos perdemos gran parte de lo que nos puede aportar; La comprensión de que es un ser vivo exactamente igual que nosotros mismos. Si somos capaces de valorar eso, habremos dado un gran paso para comprendernos a nosotros mismos y desde ahí, aprender a convivir con nuestros congéneres y entorno con más coherencia y respeto. Todo, la sociedad en general, podría cambiar para mejor...

Pero mientras prefiramos tener un tamagochi como animal de compañía, el mundo no cambiará, ni mucho menos recuperará parte de esos valores perdidos mientras nos adentremos cada vez más en la selva de los microchips, la 'inteligencia artificial' y los circuitos electrónicos.

Por eso -y por muchas cosas más- prefiero mil veces pasear y jugar con mis perritas Hada y Yang que quedarme sentado aqui, frente a este teclado horas y horas...

Ellas me hacen recuperar mi fe en los seres humanos y a la vez me hacen sentirme más vivo. Su alegría es contagiosa... Me lo dan todo sin pedir nada a cambio. Eso es amor incondicional...

¿No deberíamos aprender mucho de ellos?...

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