No hace
mucho, en una conversación sobre la inteligencia de ciertos niños que algunos
llaman ‘superdotados’, aporté mi opinión al respecto, que, como tantas veces
aparte de polémica fue muy incomprendida.
Se afirmaba
por parte de los intervinientes de la charla que había muchos niños
superdotados, que habría que tratar de ponerlos en clases aparte y potenciar su
desarrollo para máximo aprovechamiento de esas supuestas cualidades del niño. Se
enumeraban datos y supuestas pruebas que demostraban que esos niños realmente
eran superdotados, pruebas que a mí no me lo parecían en absoluto. Para mi se
trataba de otra cosa; era en muchos casos el ego y orgullo de algunos padres
que quieren ver en sus retoños algo distinto, que les diferencie de los demás
del ‘rebaño’. Un niño superdotado es aquél que con apenas 3 años toca el violín o el piano, habla tres idiomas, o es capaz de resolver complejos problemas matemáticos. Eso si son casos excepcionales...
Mi tesis
al respecto es que no se trata de que haya esos niños superdotados, que
destacan sobre la media en sus clases, si no que en realidad esos niños son ‘normales’
-por definirlos de alguna manera- en comparación al rendimiento intelectual de
la mayoría. Es decir; que estamos asistiendo a un ‘atontecimiento’ generalizado
de las nuevas generaciones. Esos niños que destacan de los demás, solo se
acercan a la media natural, mientras que la mayoría, acaba teniendo un
rendimiento muy por debajo. Eso es lo que marca las diferencias que muchos
pueden apreciar en sus hijos. Porque si les ponemos en situaciones de tener que
resolver situaciones de todos tipo, se quedan muy por debajo de la capacidad de
anteriores generaciones en resolver problemas. ¿Qué capacidad tienen estos
niños de crear algo? Si se les da todo prácticamente hecho y no tienen que
esforzarse por reflexionar sobre nada.
Veo
como ejemplo a un niño de 13 años que tiene que realizar un trabajo manual
consistente en montar un pequeño circuito eléctrico sobre un tablero. Pues era
incapaz de comprender nada de lo que estaba haciendo, sobretodo porque el tema
no le interesaba en absoluto. Ni sentía la curiosidad que yo hubiera sentido
por lo menos para saber cómo funcionaba eso y porqué. Su única aportación fue montarlo
de la mejor manera que pudo y entregarlo en la escuela. Ni se tuvo que
preocupar de buscar el material necesario, ni intentar comprender cómo hacerlo
mejor, ni cómo funcionaba ni nada. ¿Qué ha aprendido este niño sobre
electricidad? ¿Qué ha aprendido en realidad este niño?... nada. En mis tiempos,
yo hubiera tenido que ir a la calle a buscar el material necesario, a buscarme
la vida, entre otras cosas porque no tenía medios económicos. Hoy no; hoy se
vende ya el circuito ya impreso con un kit de montaje…
Y ejemplos
así los hay a miles, todos los días en todos los sitios. A los niños no se les
enseña ya a ser creativos, a tener curiosidad sobre el porqué y cómo de las
cosas. Porque todo se lo damos hecho. Porque todo se lo compramos hecho y así
tienen que hacer el mínimo esfuerzo en comprender nada. Es también, como no, la dinámica de los video-juegos, aquellos que algunos lumbreras se empeñan en afirmar que son educativos y muy instructivos para la mente de un niño (o de un adolescente o un adultos, que es lo mismo). ¿Que niño es capaz de, tras muchas horas de juego, discernir los límites de la realidad entre el juego y su entorno físico? Aunque suene tremendista, ya hay estudios que demuestran que esa división entre ambos 'mundos', para muchos queda ya muy borrosa.
Creo
sinceramente y observando a la realidad
humana, que nuestra especie está involucionando de alguna manera. Hemos creado
una tremenda dependencia de todo lo tecnológico, hasta el punto de que ya no
sabemos resolver ciertas cuestiones relacionadas con las emociones y los
consecuentes problemas derivados. Hemos delegado tantas funciones en la tecnología, que en muchas ocasiones ya ni podemos ni sabemos tomar decisiones sobre aspectos banales de las cosas. Creo que hoy en día, si apareciera en nuestra
sociedad cualquier personaje medianamente culto de las culturas antiguas, sería
un fenómeno. Hemos perdido capacidad de memoria (según un importante y reciente
estudio de la universidad de Harvard), capacidad de resolver problemas de
reflexión y capacidad de análisis racional. Nos estamos haciendo más tontos…
El comportamiento
de cientos de miles de jóvenes no deja de darme la razón en muchas cosas. Cuando
vemos en las noticias adolescentes haciendo ‘balconing’, o ‘trainsurf’ y
payasadas similares, que luego cuelgan en internet para que todos lo puedan
ver, pues me da cierta pena. Para mí, y con respeto por éstos, están acercándose
al comportamiento animal de los monos. ¿Cuál es el objetivo de estos
comportamientos autodestructivos –porque muchos acaban en accidentes graves-
que no aportan nada? Aparte de que en el fondo creo que se trata de un
comportamiento animal basado en el instinto de supervivencia, no creo que vaya
acompañado de la más mínima racionalidad y coherencia. Porque inconscientemente
lo hacen para llamar la atención, de mostrar lo fuertes y valientes que son, y
eso de cara a la galería femenina muchas veces. (Ya sabemos que las chicas
prefieren al ‘macho’ fuerte de la manada, que muchas veces creo que es también el
más tonto, pero que despierta la atención y admiración de ellas). Muy pocas eligen
a uno que destaque por ser muy inteligente o tener una mente brillante…
No es difícil ver a cientos de jóvenes y adolescentes - que no generalizo en todos, ojo, que hay también muchos que son valiosos ejemplo de lo contrario- que no hacen nada en sus vidas. Ni trabajan, ni estudian, ni tienen expectativas de hacerlo en ningún momento y ni se preparan para ello. Asisten compulsivamente a fiestas y botellones como eso fuera el leitmotiv de sus vidas... y tratan de buscar justificaciones que no resistirían el más mínimo análisis racional. Las conductas agresivas e irrespetuosas con todos los demás, pero sobretodo contra todo lo que suponga cierta autoridad, parecen convertirse en una bandera de libertad...
No es difícil ver a cientos de jóvenes y adolescentes - que no generalizo en todos, ojo, que hay también muchos que son valiosos ejemplo de lo contrario- que no hacen nada en sus vidas. Ni trabajan, ni estudian, ni tienen expectativas de hacerlo en ningún momento y ni se preparan para ello. Asisten compulsivamente a fiestas y botellones como eso fuera el leitmotiv de sus vidas... y tratan de buscar justificaciones que no resistirían el más mínimo análisis racional. Las conductas agresivas e irrespetuosas con todos los demás, pero sobretodo contra todo lo que suponga cierta autoridad, parecen convertirse en una bandera de libertad...
Tan
solo hay que mirar un poco la calle… vemos cientos de personas en todo momento
enfrascados en sus conversaciones con el teléfono, a través de llamadas,
mensajes o cualquier otro método que día a día van surgiendo sin parar. Te puedes
encontrar fácilmente en una conversación en un bar o restaurante, donde varios
de los comensales están tecleando en sus dispositivos móviles. Echamos mano del
teléfono cada dos por tres, para ver si hemos recibido un mensaje. Eso denota la necesidad de comunicación real que tiene el ser humano, pero que busca en sitios y en medios equivocados.
Me he
encontrado en una situación surrealista; en una sala de urgencias de un
hospital, donde había 72 personas, 48 estaban enfrascadas en sus teléfonos móviles,
hasta el punto de alguno que, al ser llamado contestó a la enfermera que esperara un momento…
Y si analizamos
el contenido de los textos que se envían por estos medios, ya nos podemos echar
las manos a la cabeza; pocos quedan ya que sepan escribir con propiedad, sin
destrozar el léxico y la semántica de nuestro idioma. En alguna ocasión he
recibido un mensaje de estos, que por supuesto me he negado a contestar, y que
no lograba entender. Y es más; se justifica esta manera de comunicación en no sé
que estudio que determina que en realidad no leemos todas las palabras enteras…
Si seguimos así, en pocos años no solo no sabrán escribir –no digo ya bien-, si
no que acabaremos no sabiendo ni hablar con propiedad. El uso correcto de las
palabras se irá deteriorando progresivamente y nuestra comunicación se verá
privada de esa riqueza expresiva y tan llena de matices que determinan en
realidad el sentido o la intención profunda de una conversación.
Pero
a mí, todo esto me preocupa seriamente, pues no es más que la punta del iceberg
que esconde un problema mucho mayor detrás, que es la actitud a la que nos
conducen estas cosas. Estamos creando hábitos nefastos que serán difícilmente recuperables,
sobretodo porque los acabamos justificando como logros del progreso de la
humanidad.
2 comentarios:
Para aquellos que nos gobiernan y dirigen nuestras vidas es fundamental que esta situación social que estamos viviendo ocurra.
Esta enorme falta de valores(entre otros de los muchos que usted ha descrito en este texto) es un excelente caldo de cultivo para crear a jovenes ´´borregos-matrix´´ y a la sociedad en general para mantenernos en este profundo y largo sueño(gente dormida) que hay en el dia dia.
Muy buen árticulo,le seguiré siempre.
Gracias amigo anonimo. Comparto tu opinion sobre el texto. La idea de "matrix" es realmente asombrosamente real, mucho mas de lo que la gente es capaz de discernir y eso, sin entrar en matices que tendria la vision de un friki de la saga.
Creo que es mi deber tratar de 'despertar' a la gente que me rodea, o de como minimo despertar yo mismo de las brumas ocasionales que pueden envolver la mente, tan saturada de informacion inutil en muchos casos y ofrecida como alimento por los medios, que ya sabemos lo que pretenden.
Un saludo.
P.D. Disculpad la falta de acentuacion de algunas palabras. Es un problema transitorio del teclado de mi ordenador... Aun se escribir bien...jeje
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