El impulso sexual es muy poderoso. Desde un punto de vista
general, es el que permite la perpetuación de la especie. Podría considerarse
la mayor artimaña de la naturaleza. Si no existiese el impulso sexual y si se
nos plantease, en términos racionales, efectuar lo que el impulso sexual nos
lleva a realizar instintivamente, la mayoría no lo haría. Sin el deseo, sin el
impulso sexual ¿se querría realmente traer niños al mundo, alimentarlos,
educarlos...? ¡Habría que ser demasiado altruista para hacer esto por motivos
puramente racionales!
También el sexo puede tener un efecto muy destructivo.
Puede ser fuente de intensas ataduras y sentimientos de posesividad, de celos,
de odios y de desesperación. Puede abrumar a las personas hasta tal punto que
les resulta imposible seguir una vida espiritual, o pensar siquiera en términos
del desarrollo superior del ser humano.
La gente no es consciente de cuán poderosa es esta fuerza.
Se experimenta su poder cuando uno intenta oponerse a ella. Lo habitual es dar
rienda suelta a las conductas sexuales; entonces no llega a experimentarse su
fuerza - excepto cuando surgen obstáculos presentando cierta forma de oposición
familiar o algo así-.
Según los principios budistas se puede estar Iluminado y,
a la vez, disfrutar de los alimentos sin que esto suponga un deseo neurótico. Pero
dudo que este principio pueda extenderse a la experiencia sexual. Los budistas
pueden reconocer que, incluso estando iluminados, se necesita comer; pero no
que un iluminado necesite implicarse en una relación sexual ni procrear.
Además, debemos recordar que la apetencia sexual siempre
implica a otra persona. Cuando se establece una relación personal, emocional o
física, con otra persona en el contexto de una relación sexual, habitualmente
se producen todo tipo de proyecciones psicológicas que, a veces, desembocan en
situaciones muy complicadas e incluso negativas - cosa que no ocurre, pongamos
por caso, con la comida o con el sueño-. Incluso la llamada "sana
apetencia" por el sexo, si satisface conduce rápidamente al apego; y éste
al surgimiento de sentimientos de posesividad intensos, de celos, de odio. Se
podría argumentar que quizás para algunos sea posible disfrutar del sexo sin
caer en ese tipo de actitudes; pero aún así es muy probable que en la mente de
la persona hubiera una carencia de emoción positiva y que estuvieran presentes
estados mentales torpes, no tanto de deseo neurótico como de explotación e
indiferencia.
El tercer precepto es una forma importante de la
disciplina ética. Me he dado cuenta de que la mayoría de los jóvenes
occidentales no aceptan bien la idea de la disciplina, lo cual dificultaba
comunicar la importancia del precepto en términos disciplinarios.
Así pues, a lo que me refería por medio de esta
formulación tántrica era a que la energía sexual es un paradigma de la energía
en general. No creo que se trate de una energía sexual específica, especial e
independiente. El organismo psicofísico es, en sí mismo, una expresión de
energía, y la actividad sexual es sencillamente una de las formas en que se
manifiesta. Es obvia la importancia de no dilapidar la energía; por tanto, si
se sostiene que la energía sexual es una forma de energía, obviamente
concluiremos que ésta no debe ser derrochada.
Parece haber una confusión aquí entre sucumbir y
trascender el ego. El ego se pierde en el sueño profundo; tampoco se es
consciente en otras muchas situaciones; no porque se haya sido trascendido el
ego sino porque, temporalmente, se ha regresado a un estado inferior de ego o
de consciencia.
Y lo de "unión" es un disparate... ¡A menudo la
gente que experimenta este tipo de unión durante el orgasmo cinco minutos
después está discutiendo y peleándose!... ¿Dónde está la unión? ¿qué se ha
conseguido? Si se lograse una verdadera unión en un sentido espiritual - y no
en la línea de mutua enajenación - las actitudes hacia la otra persona podrían
transformase totalmente... Las personas se volverían positivas afectuosas,
cuidadosas... Cosa que raramente ocurre en la mayoría de las relaciones de
pareja.
Me pregunto si la gente consigue alcanzar satisfacción
emocional y plenitud con del sexo. El sexo proporciona algo de satisfacción y
plenitud, pero con un período de vida muy efímero.
La satisfacción emocional y la plenitud son algo muy
importante. Desde una perspectiva filosófica, el budismo considera que las
dificultades humanas se producen al buscar la absoluta felicidad en algo que es
incapaz de proporcionar absoluta felicidad. Busca la permanencia en algo que es
incapaz de proporcionarle permanencia; busca lo real entre lo irreal. No hay
cosa finita que pueda proporcionar infinita e ilimitada satisfacción y plenitud
-emocional o de otro tipo-; y eso es lo que, con frecuencia, suele buscarse en
el sexo. El sexo puede proporcionar a la gente una cierta dosis de satisfacción
y de plenitud; pero no puede proporcionarle satisfacción y plenitud al nivel de
sus expectativas o esperanzas.
La amistad y el enamoramiento sexual son dos cosas muy
diferentes. La pasión sexual puede surgir y alcanzar su consumación física muy,
muy de prisa. La amistad, en cambio, es como una planta cuyo crecimiento es
mucho más lento: necesita bastante más tiempo para desarrollarse. Se llega a
ser amigo de otros cuando realmente se les llega a conocer; cuando se
desarrolla confianza hacia ellos; cuando se llega a sentir que realmente ellos
nos conocen y nos comprenden. Y todo eso es completamente distinto al proceso
del enamoramiento sexual.
Al decaer la pasión puede que, sí las dos personas son
bastante sanas y tienen cosas en común -incluido el deseo de formar una
familia, o ciertos ideales religiosos y espirituales-, podrían desarrollar, a
la larga, una amistad, especialmente al envejecer. Pese a ello, una relación
sexual es algo muy distinto a la amistad. Si alguien me dice que su esposa es
su mejor amiga, que su novia es su mejor amiga, que su novio es su mejor amigo,
o que su esposo es su mejor amigo; no puedo evitar sentir que se está empleando
el término "amistad" de una forma muy distinta a como yo lo hago. Y no es que estén equivocados; Simplemente se usa el término bajo conceptos de comprensión diferentes, que pueden, eso si, llevar a confusión y conflictos.
Enamorarse supone proyectarse psicológicamente, o ver en
la otra persona cualidades y aspectos que son en realidad cualidades y aspectos
de uno mismo, pero de los que no somos conscientes. Eso supone no estar viendo
a la persona como realmente es. En cierto modo, no se le trata como a un ser
humano, sino como si fuera un objeto o una cosa. Quizás ambas personas se
traten mutuamente de ese modo y, puede ser que así estén satisfaciendo ciertos
apetitos; pero no están, en modo alguno, desarrollándose como seres humanos y,
menos todavía, desarrollándose espiritualmente.
A través de los años he ido llegando a la conclusión de
que la razón por la que las relaciones sexuales a menudo son tan complicadas, y
a veces hasta desastrosas, es porque la gente las magnifica demasiado. Se
tiende a construir toda una vida sobre ellas, sin que se dé lugar a que existan
otras relaciones interpersonales serias... Ni con los padres, ni siquiera con
amigos.
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