martes, 20 de agosto de 2013

Niña de luz

NIÑA DE LUZ

No conozco su nombre. Ni sé dónde vive o de dónde es
No sé nada de su vida, pero a la vez, lo intuyo todo.
Me mira desde esas ventanas enormes que son sus preciosos ojos azules.
Y me hablan. Me sonríen. Me dicen cosas.
Su pequeño y frágil cuerpo, roto, expresa sufrimiento y dolor
Pero sus ojos hablan de alegría, de amor.
Una cara hermosa, de cabello largo y ondulado, como marco de un bello paisaje.
En sus ojos hay luz y vida.
En su cuerpo se asoma la muerte.
No conozco su nombre. Pero ya vive en mí para siempre. Desde siempre.
Hay almas que viven en un envoltorio perenne.
Esperando, quizás, no lo sé, el paso a otro espacio de luz.
Hay miradas que abren ventanas al corazón y al alma.
Que, de pronto, le dan sentido profundo y fresco a la vida.
Miradas que curan heridas; o que las abren en aquellos que no saben ver.
Quizás en algunos ciegos inspires lástima o dolor,
Pero es porque se ven reflejados en ese espejo roto de tu cuerpo.
Solo te vi unos instantes, intensos, eternos.
Pero ya te siento en mí, como un alma pura y llena de luz.
Porque, a pesar de tu dolor, llevas la vida en tu mirada.
Y no te conozco, pero te he visto en las flores, en los pájaros, en el agua
En cada cosa bella y hermosa que conozco.
Eres la vida, la luz.
Y no conozco tu nombre. Por eso, te llamo amor.

(Dedicado a una pequeña niña con esclerosis múltiple avanzada que conocí en el Hospital Clínico de Málaga)


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